24 de marzo de 2024

¿Cómo conseguir la aprobación masculina?



Las niñas empiezan desde muy pequeñas a sufrir la necesidad de la aprobación masculina. A los seis años ya saben que las personas más importantes del mundo son hombres, pronto asumen que son inferiores a los niños y empiezan a buscar la aprobación de los superiores. 

Las niñas a las que les toca un padre abandonador o un padre ausente son las que más sufren y las que más necesitan la atención de los hombres. Algunas se pasan toda la vida buscando el reconocimiento y el amor de los hombres, pero es una tarea muy frustrante porque a la gran mayoría de los hombres no les gustan las mujeres. 

No les gustan las mujeres, tampoco a los heterosexuales. 

Viven constantemente rechazando todo lo que tiene que ver con las mujeres. A unos les parece ofensivo que se les compare con mujeres, lo perciben como un insulto. A otros en cambio les parece ofensivo que las mujeres hablemos de nuestras vaginas, nuestras vulvas, nuestra menstruación, o incluso que hablemos en femenino para referirnos a nosotras mismas.

Los hombres son educados en el odio hacia las mujeres, y nuestro sistema se asienta sobre la misoginia, por eso los hombres necesitan sentirse poderosos e importantes, y disfrutan mucho cuando comprueban que nosotras somos capaces de hacer cualquier cosa con tal de conseguir la ansiada aprobación masculina.

Según el manual del patriarcado, hay cuatro formas de conseguir que los hombres patriarcales se den cuenta de que existes, te miren y te presten atención: 

convertirte en una mujer masculinizada, 

convertirte en una mujer hipersexualizada, 

convertirte en una mujer entregada y sacrificada, 

o convertirte en defensora de sus privilegios.

El patriarcado te dice que si quieres que te quieran los hombres tienes que imitarlos, defenderlos, cuidarlos o bien ofrecerte como servidora doméstica o servidora sexual. 

¿Funcionan estas estrategias? Vamos a verlas:


Mujeres masculinizadas: hay muchas chicas que imitan el estilo de vestir de los hombres, se cortan el pelo como ellos, escupen como ellos, sorben los mocos como ellos, se rascan las parte íntimas como ellos, y buscan constantemente la aprobación masculina para ser admitidas en los espacios deportivos. 

Es un poco frustrante ponerse el disfraz de mujer masculinizada porque por mucho que te esfuerces, ellos jamas te verán como una de ellos. Incluso aunque tu aspecto físico sea muy parecido al estereotipo de la masculinidad, incluso aunque tengas barba y tengas la voz grave, aunque te hormones o te operes, aunque hagas chistes machistas y hables con desprecio de las demás mujeres, es imposible que te consideren uno de ellos. 

Algunos hombres permiten que las mujeres masculinizadas jueguen con ellos en partidos amistosos, o se junten a ellos en el estadio o en el bar para ver partidos de fútbol, y en las fiestas para celebrar las victorias. Pero cuando llega el momento de ir al burdel a alquilar mujeres, entonces las mujeres sumisas que se masculinízan para estar cerca de los hombres se tienen que ir a casa. 

Masculinizarte e imitar sus posturas corporales, sus gestos de macho, su idioma de macho, su forma de reírse o de insultar al árbitro pueden hacerte sentir la ilusión de que te aceptan y te reconocen, pero da igual lo que hagas para obtener su reconocimiento: ellos no te van a tratar de igual a igual ni van a admitirte en el club. 

¿Y por qué no? Pues porque, como te decía al inicio, a los hombres patriarcales no les gustan las mujeres. Tienen sexo con nosotras, pero sienten un profundo rechazo hacia nosotras. 

Se pasan toda la infancia intentando no parecer niñas, les aterra que les comparen con niñas. No hay nada peor en el mundo para ellos que las mujeres y los homosexuales. 

Los hombres en general no admiran a las mujeres, ni siquiera a las deportistas de élite. Son muy pocos los que van al estadio a ver jugar a las mujeres. 

Son muy pocos los que compran libros escritos por mujeres, o los que pagan una entrada para ver una película o una obra de teatro dirigida por mujeres. 

Los hombres no admiran a las mujeres por su inteligencia, sus cualidades, sus habilidades deportivas o artísticas, su profesionalidad, o su nivel intelectual. 

Si les preguntas por mujeres importantes, la mayoría de los hombres sólo pueden nombrar a modelos, cantantes, y actrices hipersexualizadas. Y de ellas no aprecian su talento, sino su belleza y su capacidad de encender su deseo sexual. 


Mujeres cosificadas e hipersexualizadas

Así que si quieres que un hombre se fije en ti, y te haga caso, puedes probar a convertirte en una mujer sexy, pero si eliges esta estrategia tienes que saber que hay muchísima competencia, y que tienes que emplear mucho tiempo y mucho dinero en estar guapa. 

Y asumir que a los 40 ya estás vieja si vives en Europa, o a los 30 si vives en América Latina.

También tienes que saber que el tiempo que los hombres dedican a las mujeres guapas es limitado, sobre todo los que tienen problemas de eyaculacion precoz.

Muchas mujeres se esmeran muchísimo en copiar el estilo de las actrices porno para excitar a los hombres, porque nos han hecho creer que si se enganchan sexualmente contigo, acabarán enamorándose de ti. Y sin embargo, es justo al revés. 

Los hombres jamás se enamoran de las mujeres que se pornifican o se putifican para conquistarlos. Ellos sólo se casan con mujeres buenas. 

Desde siempre le han tenido un miedo atroz a las mujeres malas, y saben que para no caer enamorados tienen que tratarlas como objetos de usar y tirar. 

Sienten una mezcla de deseo y de profundo desprecio por las zorras y las putas, acceden a ellas gratis o pagando, y una vez que han eyaculado encima o dentro de ellas, se aburren y van a por otra. 

Si lo que quieres es que se enamoren de ti, y te ofrezcan el trono de matrimonio, entonces puedes probar a ofrecerte como sirvienta y esposa. 


Mujer-esposa y madre

Nada de labios rojos, mejor rosas. Nada de minifaldas, ni de uñas largas, ni pestañas postizas, ni tacones rojos, ni medias de rejilla, ni escotes de escándalo: en lugar de putificarte, debes vestir mona y elegante, a la par que discreta y sencilla, como las royals (el estilo más copiado es el de la Reina Leticia o la Princesa Kate Middleton)

Uno de los mayores esfuerzos que tendrás que realizar para que te elijan como esposa será lograr que tu pareja confíe en ti. Los hombres buscan para casarse mujeres sin pasado, mujeres vírgenes, mujeres tranquilas, mujeres complacientes, sumisas, capaces de llevar un hogar, de cuidarles y de educar niños y niñas. 

Esta opción es completamente agotadora, porque ahora gracias a la modernidad, te toca trabajar el doble y tener una jornada fuera de casa y otra dentro. Tienes que convertirte en una súper mujer, y ser buena en todo. La mejor profesional, la mejor esposa, la mejor mamá, la mejor ama de casa, la mejor niñera, la mejor en todo. 

Tendrás que tener la capacidad de soportar cuernos, y al mismo tiempo, de renunciar a tener otras relaciones sexuales y amorosas. 

Tendrás que convivir con el miedo a que tu marido se fascine con una jovencita cuando le llegue la crisis de los 40. 

Y tendrás que estar siempre a la altura de lo que se espera de ti como esposa. 

Además tendrás que intentar llevarte muy bien con tu máxima rival, tu suegra y también con tus cuñadas, o vivir en guerra constante contra ellas. Ser sumisa y complaciente con ellas tampoco te asegurará la aprobación, ni el éxito. 

Más cosas a tener en cuenta: tendrás que ejercer no solo de mamá, también de educadora, enfermera, niñera, limpiadora, cocinera, secretaria, maestra, vigilante, policía. 

Todo lo que hagas será objeto de críticas, chismes, burlas… y a veces la presión será fortísima, sobre todo cuando te embarazas y te conviertes en mamá.

También tienes que sumar a este listado que si algo va mal en tu matrimonio, la culpable siempre serás tú. Es injusto pero es así como piensa la gente patriarcal: “si tú complacieras en todo a tu marido, él no saldría por ahí a buscarlo”, “si tú no vigilas a tu marido, es normal que aproveche su libertad para irse con otras”


Defensora de los hombres 

La última opción que nos ofrece el patriarcado para que los varones nos aplaudan o nos tengan en cuenta, es convertirnos en defensoras de los hombres, y poner en el centro de nuestras vidas sus necesidades, sus deseos, y sus sentimientos. 

Las defensoras de los hombres se ríen con los chistes machistas para parecer mujeres modernas, y repiten las mismas consignas que los hombres patriarcales: "no todos los hombres", "las mujeres también son violentas", "a ellos les matan más que a nosotras", "las feministas están yendo demasiado lejos"

Hay defensoras de los machos de toda la vida, pero también hay defensoras de machos diversos y coloridos de aspecto posmoderno. No es mucha la diferencia entre los machistas de derechas y de izquierdas, pero es más cool defender a los machos con las uñas pintadas.

Las defensoras de los hombres no soportan a los hombres igualitarios, ni a los que se trabajan individual y colectivamente los patriarcados. Les gustan mucho más los hombres travestidos y los coloridos, y también los hombres que buscan desesperadamente la aprobación de las mujeres. 

Las defensoras también se disfrazan a veces de feministas y tratan de redefinirlo para que deje de ser un movimiento de liberación de las mujeres. 

Muchas buscan visibilidad generando polémicas y usando la técnica de cuestionar todo lo políticamente correcto. Los hombres las aplauden cuando crean escándalos para llamar la atención y obtener más seguidoras. 

Si las feministas reivindican la idea de que las mujeres no somos servidoras ni sirvientas, ellas dicen que poner el cuerpo al servicio de los hombres es muy empoderante. 

Si las feministas luchan contra la violencia sexual, ellas prefieren hablar de la libertad sexual para vendernos la idea de que trabajar para satisfacer a los hombres es muy placentero.

 Y muy empoderante.

Si las feministas denuncian la violencia machista, las defensoras de los hombres presumen de sus moratones y heridas porque no hay nada más sexy que la “violencia pactada” en la cama.

Se sienten muy modernas y transgresoras cuando afirman que las mujeres no tenemos por qué sentir deseo en las relaciones. Usan el concepto de consentimiento para disociar el placer y el deseo del sexo. 

Si las feministas piden cárcel para  abusadores, violadores y femicidas, ellas piden rebajas de condena y excarcelaciones. 

Si las feministas denuncian a los vendedores y compradores de mujeres, ellas piden que por favor no se les criminalice porque los señores que comercian con mujeres son empresarios y clientes, y se ofenden mucho si les llamas proxenetas y puteros. 

Si las feministas piden que se ilegalice la compraventa de bebés, las defensoras dicen que el deseo de paternidad de los machos es un derecho humano que debe ser garantizado y que las mujeres pobres deben satisfacer esos deseos jugándose la salud y la vida, y renunciando a sus bebés para que ellos sean padres.

Muchas son fervientes adeptas del mito de la ultraderecha sobre la libertad de elección: te hablan de “la puta feliz” que tiene tres carreras y dos idiomas y elige a los clientes más guapos y más ricos.  O de la mujer pobre cuyo sueño es que un señor desconocido cumpla su sueño de ser padre.

Cuando les dices que el 90% de las mujeres en el mercado son mujeres pobres que tienen que venderse para poder comer, o que tienen que vender a un hijo para que coman los demás críos, miran para otro lado. Saben que si hay necesidad no hay libertad, pero los negocios de los hombres son lo primero.

Usan sus armas intelectuales para abrir debates “disruptivos” y así defender los privilegios masculinos con un lenguaje denso y rimbombante que suena muy académico y muy cool pero no entiende nadie. 

Para ellas el feminismo es cosa del pasado: ahora lo que se lleva es la diversidad. Como son muy inclusivas ya no hablan en femenino, para no ofender a los que nos odian, ni siquiera cuando solo hay mujeres en la sala. 

Dado que la palabra “mujer” o “mujeres” molesta mucho, las sustituyen con términos deshumanizantes como "cuerpos feminizados", "personas con vulva", "personas menstruantes".  

Tampoco usan la palabra “madre” porque es ofensiva para los misóginos, y para los que compran bebés, por eso ahora dicen “personas gestantes” También han llegado a prohibir la palabra “leche materna” en algunos hospitales para no herir a la diversidad.

El objetivo final de la neolengua es deshumanizarnos para que los hombres puedan tratarnos como mercancías, pero también están intentando resignificar a las mujeres y al feminismo para acabar con nuestra lucha: como ahora cualquiera puede ser mujer cuando quiera, la lucha por los derechos de las mujeres ya no tiene sentido. 

Por eso ahora el 25N es el día para protestar contra “todas las violencias”, y el 8M para luchar por los derechos de “todos y todes”  Y por eso ya no aparecemos en los carteles del 8M, y por eso ves todas las banderas incluidas menos la bandera feminista. Y eso que todos los movimientos sociales tienen su propio día internacional, pero qué curioso que todos quieren apropiarse del 8M.

Ser defensora de los privilegios de los hombres tampoco sirve para que te quieran más, ni para que te traten como a una igual, porque ellos realmente con quien tienen sus relaciones afectivas más fuertes es con sus amigos, no con las mujeres. 

Ellos admiran y aman a otros hombres, y tú por muy abierta, sumisa y complaciente que seas, nunca serás como ellos: siempre pertenecerás a una categoría inferior.


¿Cómo liberarte de la necesidad de la aprobación masculina?

Si ninguno de estos métodos funciona realmente, ¿que puedes hacer? Pues darte cuenta de que en realidad no necesitas la aprobación masculina para nada. 

No nacemos con la necesidad de ser aceptadas, reconocidas o queridas por los hombres. Es algo que nos inoculan en los cuentos para niñas, para que seamos dependientes emocionales de por vida.

Nuestra autoestima y nuestra valía no puede depender de si nos miran o no, de si nos eligen o no, de si nos tienen o no en cuenta, de si nos aplauden o nos ignoran. 

Liberarse de esta necesidad de ser deseadas y amadas por un hombre es una de las claves para la autodefensa y el autocuidado. 

A todas nos ha pasado, lo de verte a ti misma perdiendo tu dignidad, y traicionándote a ti misma solo por conseguir un gesto de aprobación masculina.

Todas hemos intentado imitar a los hombres, seducirlos, cuidarlos, y todas nos hemos sentido frustradas porque ellos saben que para mantener su poder nunca deben darnos lo que necesitamos.

Cuando abres los ojos y empiezas a trabajar en ti, ya nunca más te pones de rodillas, ya nunca más mendigas amor y atención, ya no exiges cuidados a hombres que no te valoran ni te reconocen. Empiezas a entender que si no es mutuo, es abuso y explotación.

El mundo sería muy diferente si nosotras lográramos liberarnos de esta necesidad de obtener aplausos de los hombres, ¿os imagináis si las niñas se negaran a elegir entre masculinizarse o hipersexualizarse, y se negaran a vivir mendigando atención y amor de los hombres?

La vía para empoderarse es sacar a los hombres del centro de tu existencia. Esta liberación no podemos hacerla solas, cada una en su casa: es algo tan grandioso y tan gozoso, que tenemos que hacerlo juntas, apoyandonos entre todas.

Por eso es tan importante fortalecer la autoestima y la capacidad de las niñas para rebelarse, porque todavía las estamos criando para que vivan obsesionadas con agradar, complacer y servir a los hombres. 

Si queremos que nuestras hijas sean libres, tenemos que enseñarlas a desobedecer los mandatos del patriarcado, y para eso nosotras tenemos que dejar de endiosar a los hombres y de trabajar gratis para ellos. 

Solo si dejamos de reírles las gracias y de aplaudir sus discursos, si dejamos de buscar desesperadamente su atención y su amor, ellas se darán cuenta de que los hombres no son necesarios. 

Cuando hay necesidad, no hay libertad, así que solo podrán relacionarse con los hombres en libertad si no los necesitan para nada. 

Ojalá las niñas del futuro puedan sentirse orgullosas de ser niñas y de ser mujeres, ojalá puedan ser autónomas y vivir libres de la necesidad de aprobación masculina, ojalá puedan tener una Buena Vida.


Coral 


Si tú también quieres  liberarte, vente con nosotras al Laboratorio del Amor ❤️




11 de marzo de 2024

Desmontando el Mito de la Conciliación




Después del mito del amor romántico y del mito de la familia feliz, tuvieron que inventar otros dos mitos más para adaptarse a los nuevos tiempos: el mito de la súper mujer que puede con todo, y el mito de la conciliación. 

¿Por qué es un mito la conciliación de la vida personal, la vida laboral y los cuidados? 

Porque la única forma de hacer el mito realidad sería disminuyendo la mitad de la jornada laboral y la carga de trabajo. 

Las empresas y las instituciones no pueden reducir a la mitad la carga laboral porque tendrían que contratar al doble de personas. Para que ellos puedan cobrar mucho, es fundamental reducir la inversión en salarios. Cuanto peor nos paguen a nosotras, más ganan ellos. 

Ahora algunos de ellos, para parecer más humanos, dicen que están tomando conciencia del enorme gasto que suponen las enfermedades a causa del estrés y la sobrecarga de trabajo, y dicen que se han dado cuenta de que las personas son más productivas cuanto menos cansadas están. 

Pero son muy pocos los que aceptan medidas como la de reducir la jornada semanal a cuatro días, pese a que está demostrado que es una medida que beneficia tanto a los empleadores, como a los y las trabajadoras. 

Y es importante explicar que estas medidas son inútiles si nos dedicamos a teletrabajar en ese día libre.


¿Para qué usan el mito de la conciliación?

Para engañarnos. 

Cuando las mujeres se incorporaron masivamente al mercado laboral a finales del siglo XX, los hombres no se incorporaron masivamente al sistema de cuidados. Resultado: hoy la gran mayoría de mujeres tienen una doble jornada laboral, una dentro de casa sin remunerar, y otra fuera remunerada.

El mito de la conciliación sostiene la idea de que las mujeres podemos liberarnos de nuestras obligaciones igual que lo hacen los hombres. 

Liberarse de las tareas de cuidados es un privilegio masculino al alcance de algunas mujeres privilegiadas que pueden contratar a mujeres pobres: mamás sustitutas, para que cuiden a sus criaturas, trabajadoras del hogar, para que limpien y cocinen, y cuidadoras para que se encarguen de los familiares enfermos, accidentados o con discapacidad. 

Estas mujeres no pueden cobrar lo mismo que las mujeres profesionales, porque a las mujeres de clase media no les compensaría trabajar fuera de casa. Así que los salarios de las cuidadoras tienen que ser por lo menos la mitad, y sus condiciones laborales mucho más precarias que las de las mujeres de clase media. 

Si las parejas que contratan a sustitutas tuvieran que pagarles la cotización al seguro social, más vacaciones, bajas por enfermedad, etc no podrían beneficiarse de sus servicios, porque los costes serían demasiado altos. 

Por eso es tan difícil erradicar la explotación: la gran mayoría de las mujeres que cuidan no tienen papeles, y tienen que dar de comer a muchos familiares. Ellas aceptan los trabajos más duros y las condiciones más inhumanas porque no tienen alternativas. Algunas tienen que vivir encerradas en la casa familiar en la que sirven, sin horarios para descansar, y sin poder ver a sus hijos e hijas.

Las mujeres más pobres no solo tienen que hacer frente a la explotación doméstica: también sufren explotación sexual y reproductiva. 

En algunos países, los gobiernos están creando centros para que depositemos allí a nuestros bebés y nuestras personas mayores, y así no tengamos excusa para ir a trabajar. Lo llaman guarderías desde los cero años, y centros de día. En ellos las mujeres también trabajan en condiciones lamentables, con salarios muy precarios por culpa de la externalización de servicios y la sobrecarga de trabajo: todas nosotras sabemos que una mujer sola no puede cuidar a seis o siete bebés adecuadamente, ni tampoco puede cuidar debidamente a personas dependientes. 

Las mujeres lo sabemos porque a duras penas podemos con un solo crío. Se necesita una comunidad de cuidados para críar a un solo bebé y a su madre. 


¿Qué ocurre con las mujeres que queremos cuidar a nuestros propios niños y niñas? 

Si no queremos dejar a nuestros bebés con desconocidas, las únicas opciones para nosotras son: 

- depender económicamente del marido mientras cuidamos, 

- las que no tienen marido abrazar la precariedad, 

y por último podemos hacernos autónomas y trabajar desde casa, renunciando al tiempo libre, al descanso y al sueño. 


¿Cómo podemos aguantar el ritmo de tres jornadas laborales las que queremos cuidar a nuestros seres queridos? Con drogas, legales e ilegales: café, ansiolíticos, somníferos, y antidepresivos. 

Los índices de salud mental de las mujeres demuestran que solas no podemos sostener a la vez el sistema laboral y el de cuidados, y que es imposible trabajar ocho horas, más dos de transporte, más cuatro o cinco de labores de cuidados. 

Las mujeres se llevan trabajo a casa, pero no es posible cocinar, hacer lavadoras, contestar emails, cambiar pañales, ayudar con los deberes a las crías, pasear al perro, y preparar informes a la vez. Es imposible y lo comprobamos durante la pandemia.

¿Quien cuida a las cuidadoras? Nadie. Las cuidadoras son súper mujeres que no necesitan descansar, ni dormir, ni necesitan vacaciones, ni siquiera salario, porque todo lo que hacen, lo hacen por amor. Cuidan la casa, cuidan a las personas, cuidan las plantas, los jardines y los huertos, las mascotas, los animales domésticos, y ahora insistimos para que también se cuiden a sí mismas. 

¿Y de donde sacamos tiempo para ser las mejores profesionales, las mejores esposas, las mejores mamás? Todas nos vemos obligadas a renunciar a nuestro derecho al descanso y al tiempo libre, mientras nuestros compañeros disfrutan de cuatro o cinco horas al día. 

Es una injusticia tremenda que los hombres tengan más tiempo para vivir, para estudiar, para hacer deporte, para disfrutar de sus pasiones y sus seres queridos, para dormir y descansar. 

Las medidas que permiten a los hombres reducir su jornada para cuidar están muy bien, pero son muy pocos los que las piden. 

¿Y qué les pasa a los hombres, por qué son tan insolidarios? Porque son unos privilegiados, la mayoría de ellos viven como reyes: reciben cuidados sin darlos. Ni siquiera cuando sus cuidadoras enferman son capaces de cuidar. 

Nada cambiará mientras los hombres no aprendan a cuidarse a sí mismos y a los demás. 

La única solución para garantizar la conciliación es repartirse entre todas y todos los cuidados de manera equitativa y justa. Otras formas de cuidarnos son posibles: cuidar es un asunto político de primer orden.


Y ahora vamos a lo importante: ¿qué hacemos con las infancias? 

La mayoría están siendo criadas por personas que no tienen ningún tipo de vínculo afectivo con ellas. Apenas tenemos tiempo para ellas. Las medicamos también para que no protesten, y les ofrecemos terapia para que superen el trauma del padre y la madre ausentes. 

Los niños y las niñas de todo el mundo querrían estar más tiempo con sus progenitores, así que para que no lloren les enchufamos a pantallas y les cubrimos de regalos. Y sin embargo no se nos quita el sentimiento de culpa, porque sabemos que es una tremenda injusticia traer niños y niñas al mundo para que los cuiden personas que no pueden criar a sus propias hijas porque tienen que cuidar de las nuestras. Esto en Europa.

En América Latina quienes sostienen la sociedad entera son las abuelas. Ellas son las que permiten que las personas adultas vayan a trabajar, son el pilar principal de varias familias al mismo tiempo. Son las que jamás tienen tiempo para sí mismas, las que dan de comer a hijos, hijas, nietos y nietas, son ellas las que sostienen la economía. Lo hacen gratis, porque les pedimos que lo hagan por amor a sus hijas y a sus nietas.

¿Cómo convertir el mito en realidad?

La única manera de convertir en realidad el mito de la conciliación es dividir en dos las jornadas laborales de mujeres y hombres, para que podamos dedicar la mitad al sistema productivo y la otra mitad a los cuidados, un 4+4. 

Pero nadie quiere oír hablar de reducir la carga laboral ni la jornada laboral. Por eso nos bombardean con la idea de que tenemos que cuidarnos, y de que podemos pasar todo el día trabajando dentro y fuera de casa sin descanso, porque somos unas super mujeres y podemos hacer lo mismo que los hombres, pero con dos jornadas laborales. 

Esta era la "igualdad"  y la "libertad" que nos prometían si estudiábamos y trabajabamos al mismo tiempo que criabamos hijos e hijas, y cuidabamos a nuestros padres y madres. 

¿Cuál es la realidad en la actualidad? Que estamos agotadas, que estamos enfermando, y que nuestros precarios salarios no nos proporcionan autonomía. Nos piden que tengamos hijos, pero no crean las condiciones para que podamos criarlos adecuadamente. 

¿Y cuales son esas condiciones? Para cuidar necesitamos tiempo y dinero. Una Renta Básica Universal que nos permita disfrutar de la maternidad y que permita a los hombres disfrutar de sus paternidades. Unos ingresos dignos garantizados que nos permitan a todos responsabilizarnos de los cuidados a las personas más vulnerables y que más nos necesitan. 

Sin dinero, la maternidad es una de las causas que nos ponen en peligro de exclusión social. Las mujeres cuantos más hijos tenemos, más precarias y pobres somos, especialmente si los padres abandonan a sus hijos e hijas. 

Cifras que demuestran que la Conciliación es un mito: 

En el Mundo: 

Según el Informe El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente de la OIT, 2018: 

- En el mundo, las mujeres realizan el 76,2% de todo el trabajo de cuidados no remunerado, dedicándole 3,2 veces más tiempo que los hombres. A lo largo de un año, esto representa un total de 201 días de trabajo para las mujeres en comparación con 63 días de trabajo para los hombres. 

- A nivel mundial se dedican 16.400 millones de horas al trabajo de cuidados no remunerado todos los días. Esto corresponde a 2.000 millones de personas trabajando 8 horas al día sin recibir una remuneración a cambio. 


En España

- En 2018, se emplearon 130 millones de horas en trabajo no remunerado dedicado al cuidado, una cifra que supondría 16 millones de personas trabajando ocho horas al día sin recibir remuneración, según la OIT

- Las mujeres dedican una media de 5 horas y 59 minutos al trabajo doméstico, más del doble de tiempo que los hombres, que sólo dedican 2 horas y 20 minutos, según el Instituto de la Mujer de España (2019)

- En España unos 10 millones de personas requieren cuidados, unas cifras que sitúan al país en el puesto 22 del ranking de países con mayores ratios de dependencia de cuidados de personas mayores del mundo.

- La brecha salarial en España es del 24%, es decir, las mujeres cobramos menos y además trabajamos gratis 52 días al año, según el INE.

- Del total de personas que solicitaron excedencias para cuidar de familiares en 2020, el 87,17% fueron mujeres, según las cifras del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, en 2020. 

- El 25% de mujeres en España en edad laboral declaran que no pueden trabajar fuera de casa para tener ingresos porque cuidan de familiares dependientes, según la OIT (2018). Realizan el 68% del tiempo total dedicado al cuidado de niños y ancianos y otras labores domésticas y no cobran por ello.


Según el  estudio sociológico “Somos Equipo” de la Asociación Yo No Renuncio y el Club de Malasmadres, realizado a partir de 24.000 encuestas online a mayores de 21 años,

- El 58% de las mujeres profesionales renuncian a su carrera cuando son madres, frente al 6% de los hombres. 

- Las mujeres residentes en España disponen de media de unos 57 minutos de tiempo libre al día. Esto se debe a que el 54% de las mujeres asume la responsabilidad principal de las “tareas invisibles” del hogar, frente al 17% de los hombres. 


Salud Mental: 

- Entre el 11% y el 27% de los problemas de salud mental en España se pueden atribuir a las condiciones de trabajo.

- Más de 2 millones de españoles toman psicofármacos a diario: junto a Portugal somos el país de la Unión Europea que más ansiolíticos, sedantes e hipnóticos consume. 

- Las mujeres doblan a los hombres en el consumo de psicofármacos y son más proclives al diagnóstico de ansiedad, insomnio o depresión, trastornos que conllevan una mayor prescripción de estas sustancias, según datos del INE, 2021.


Coral Herrera Gómez 



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Desmontando el mito del Amor Romántico
















Todos los libros de Coral Herrera Gómez

10 de marzo de 2024

Coral Herrera en Chile

 



Día: lunes 11 de marzo 

Hora: 6.30 pm

Dónde: Santiago de Chile

Lugar: Mr Hotel

Organizado por: Diversity Development Consultante

Formato: abierto al público y gratuito 


Podéis inscribiros  aquí 

6 de marzo de 2024

Curso de Coral Herrera en Geoviolenciasexual



Todos los lunes de abril: voy a impartir un curso en linea, en una colaboración del Laboratorio del Amor con Asociación La Sur, GeoviolenciaSexual.com y Feminicidio.net. 

Es un curso certificado de 25 horas dirigido a mujeres que quieren trabajar en su autonomía y autocuidado frente a las relaciones basadas en el abuso y el maltrato, y a profesionales que trabajan con mujeres (educadoras sociales, trabajadoras sociales, psicólogas, terapeutas, sexólogas, técnicas de igualdad, profesoras, etc.)

En la parte teórica hablaremos de las relaciones tóxicas, basadas en los malos tratos y la violencia, y de cómo el patriarcado atraviesa nuestro sistema emocional y nuestras relaciones. En la parte práctica trabajaremos con las herramientas que necesitamos para trabajar en la autonomía emocional, el autocuidado, la autoestima, la autocrítica amorosa, y la autodefensa para hacer frente a la explotación y al abuso. Trabaremos para aprender a relacionarnos en igualdad y en libertad, para aprender a negociar en las relaciones de pareja, y para terminar las relaciones en las que los sentimientos no son recíprocos y los cuidados no son mutuos. 

Puedes apuntarte desde cualquier país, aquí tienes toda la información y el botón de inscripción. 

Coral 




5 de marzo de 2024

No te cases nunca: vamos a contar verdades



Los hombres casados viven más años que los solteros. Su salud es mucho mejor, y son más felices que los hombres solteros, divorciados y viudos. 

Las mujeres solteras viven más años,  gozan de mejor salud y son más felices que las mujeres casadas. 

Estas fueron las conclusiones de Paul Dolan, profesor de Ciencias del Comportamiento en London School of Economics en el estudio que publicó en 2019 y su conclusión fue: "Si eres hombre, quizás deberías casarte. Si eres mujer, estás mejor sola" 


¿Y por qué será que el matrimonio solo beneficia a los hombres?

Pues porque al casarse, todos son premiados con una mujer-criada, una mamá-esposa, una mujer que ejerce de secretaria, cocinera, limpiadora, niñera, enfermera, asistente, psicóloga, maestra, lo hace gratis, y además te trata con amor. 

¿Y cómo es tener una cuidadora todos los días de la semana, todos los días del año, hasta el final de tus días?

 Una mujer que no sólo trabaja gratis, sino que además no tiene días de descanso ni vacaciones, no puede pedir permiso por enfermedad, no cotiza a la seguridad social, y no cobra salario. Está siempre disponible para ti, siempre a tu servicio.

Todo son ventajas, porque además, ahora las esposas-madres también traen dinero a casa: aguantan sin rechistar la doble jornada laboral, y no solo son unas excelentes profesionales, también son buenas trabajadoras del hogar, buenas mamás, buenas vecinas, buenas esposas.

Tienen la casa limpia, la nevera llena, la comida hecha, llevan la administración del hogar, la contabilidad, la carga mental, y además están listas todas las noches para ofrecerte servicios sexuales. 

A los hombres les viene muy bien tener una sustituta de mamá con la que poder tener sexo, una mujer que les cuide cuando enferman, y que les ate en corto. porque los hombres ya sabemos que no tienen auto control y no saben regularse a sí mismos: necesitan una mujer que sea a la vez madre, maestra, vigilante y carcelera. Una mujer que les guíe por el camino del bien, y haga todo el trabajo que les toca hacer a ellos en la casa y con los hijos. 

¿Cuales son los incovenientes para los hombres? 

Que no todas sirven a los hombres con alegría. Muchas protestan por la explotación y el abuso, por las escapaditas masculinas y por los cuernos que llevan. No todas las mujeres obedecen todo el tiempo; hay muchas que reclaman, patalean, lloran, montan broncas una tras otra. Por eso hay tantos chistes sobre hombres que escapan de mujeres gruñonas. Para ellos la mujer ideal es la que no se queja, la que se resigna y se deprime, la que se calla y se aguanta. 

 Hay mujeres que se pasan años intentando educar a sus maridos para que cambien, otras son más prácticas y más realistas, y hacen su vida pasando de sus maridos, y otras logran liberarse de la carga y echan a volar.

A la mayor parte de los hombres les compensa tener una esposa gruñona y amargada que pasa todo el tiempo enfadada.

A quienes no nos compensa es a nosotras.  

El matrimonio es una estafa, y es una trampa. Creemos que al casarnos el hombre se comportará como un compañero, que trabajaremos en equipo, que recibiremos los mismos cuidados que damos. Todas soñamos con un hombre autónomo que sepa cuidarse a sí mismo y sepa cuidar a sus seres queridos, pero apenas hay hombres así.

Después de la boda nos encontramos maternando a un hijo mayor, y después nos toca maternar a nuestros hijos pequeños, y cuantos más hijos tienes, más atrapada estás en el matrimonio.

Cuando comprendes en tus carnes la profunda injusticia que supone no tener tiempo libre para que tu marido viva como un rey, ya es demasiado tarde. Los hombres gozan del doble de tiempo libre que las mujeres en todo el mundo, lo que significa que pueden dedicarse a sus pasiones, hacer ejercicio y practicar deporte, pueden divertirse con los amigos, pueden pasar tiempo con sus familiares, pueden estudiar idiomas, o másters, o doctorados, pueden descansar y dormir más, y pueden tener las amantes que quieran.

Las mujeres tenemos apenas una hora libre al día. Por eso somos nosotras las que pedimos mayoritariamente el divorcio: antes el principal motivo era la infidelidad masculina, ahora es la sobrecarga doméstica.

¿Qué impacto tiene en nuestra salud mental, emocional y física la doble y triple jornada laboral? Pues en España, por ejemplo, las mujeres somos las que más psicofármacos estamos consumiendo en toda Europa, para poder aguantar un ritmo de vida tan estresante y agotador: antidepresivos, ansiolíticos, somniferos...

La falta de sueño y descanso, unido al estrés y la sobrecarga de trabajo, son factores fundamentales para explicar por qué las mujeres casadas tienen menos esperanza de vida que las solteras.

Vivir trabajando para los hombres, tanto dentro como fuera de casa, es agotador.

Y muy frustrante.

La frustración, el enojo, la decepción, la rabia, nos amarga la vida. Cuanto más nos creemos el mito romántico, más nos duele el darnos cuenta de que el amor romántico es una estafa, y la "familia feliz" una trampa.

Miramos a las mujeres solteras y sin hijos con envidia, porque ellas no tienen que servir a los hombres, ni tienen que aguantar cuernos, ni tienen que pasarse el día trabajando para que la familia feliz sea feliz.

Las mujeres solteras creen que las casadas son muy felices porque generalmente las casadas no cuentan las verdades, ni muestran públicamente cómo se sienten. Ponen fotos en redes sociales para que los demás crean que tienen un marido maravilloso, unos hijos maravillosos, y una vida maravillosa. Por eso cuando deciden divorciarse nadie entiende nada, "con lo felices que se os veía en las fotos"

A nosotras no nos compensa el matrimonio, porque los privilegios y los abusos de los hombres nos amargan la existencia, nos quitan tiempo para disfrutar de la vida, nos enferman y nos quitan años de vida. 

Vivir en guerra constante es muy frustrante, porque ellos juegan con ventaja, no se dejan domesticar, y casi siempre ganan las batallas.

Así que para vivir mejor, las mujeres tenemos que evitar el matrimonio, y nunca convivir bajo el mismo techo que nuestros amantes. 

La mejor fórmula es que cada uno viva en su casa, porque los hombres ganan en tiempo y calidad de vida, y nosotras perdemos. Perdemos la salud, perdemos horas al día, perdemos la alegría: el matrimonio solo les beneficia a ellos.

Para que las mujeres jovenes no caigan en la trampa, vamos a contar verdades.

Vamos a dejar de fingir que somos felices en redes sociales.

Vamos a explicarles que no es una cuestión de mala o de buena suerte: el matrimonio es una estructura basada en la dominación masculina y en los privilegios de los hombres.

Las nuevas generaciones de hombres y mujeres tienen que tener claro que cuando los cuidados no son mutuos, están en relaciones de abuso y de explotación. 

A los niños hay que hablarles de justicia social y derechos humanos, y a las niñas hay que contarlas la verdad del matrimonio, para que no se conviertan en criadas y no acaben atrapadas, amargadas y empastilladas.

Para muchas mujeres el matrimonio es una trampa mortal, pues todos los días son asesinadas 137 mujeres en el planeta por desobedecer a sus maridos o por intentar escapar de la cárcel del matrimonio. El lugar más peligroso del mundo para las mujeres y las niñas es el hogar: las violan y las matan los maridos, los padres, padrastros, abuelos, tíos, primos, y amigos de la familia.

Por eso es tan importante desmontar el mito romántico. Ellas tienen derecho a saber la verdad, a escuchar a sus madres, abuelas, tías, primas, y vecinas, a enfrentarse a la vida con los ojos abiertos, sin la venda que les ponemos en los ojos cuando son pequeñas.

Todas tienen que saber, además, que tienen derecho a vivir una Buena Vida, y que la mejor manera para vivir mejor es permanecer soltera.

Coral Herrera Gómez



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Declaración Universal de los Privilegios del Hombre



1 de marzo de 2024

Coral Herrera en México Marzo 2024



El viernes 1 de marzo participo en el evento #DecididasSummit, a las 6.20, y lo retransmiten en directo aquí

El domingo 3 de marzo imparto un taller virtual y puedes apuntarte aquí.

El día 4 y el día 5, imparto un taller en Espacio Mujeres A.C.

El día 7 imparto un taller en el DIF de Tlalnepantla para profesionales.

El 8 de marzo estaré en el Teatro Centenario de Tlalnepantla, Ciudad de México, a las 11 am. 


Es un auditorio para 1.200 personas, es gratis y no hace falta inscribirse. 

¡Os espero a todas! 

Coral 

#RevoluciónAmorosa #gira2024 #México






22 de febrero de 2024

Tesis doctoral de Coral Herrera Gómez




¡Buenas noticias! La Universidad Carlos III de Madrid ya tiene mi tesis doctoral “La construcción sociocultural de la Realidad, del Género y del Amor Romántico”, publicada en su Biblioteca Digital. Obtuve un Sobresaliente Cum Lauden en 2009, y hasta ahora solo era posible consultarla en papel en Madrid. 

Desde hoy podeís leerla desde cualquier parte del mundo: 

https://e-archivo.uc3m.es/handle/10016/40138






21 de febrero de 2024

Podcast de Coral Herrera: Disfrutar del Amor

 



¿Has escuchado mi programa de podcast "Disfrutar del amor"? 

Son diez episodios cortos por tan solo 1,99 euros: 

1. Yonkis del amor 

2. ¿Y si no llega nunca el amor de mi vida?

3. Autonomía emocional: el amor no se exige ni se mendiga

4. Cómo trabajar el Ego para el Amor

5. Duelos y rupturas: cómo sufrir menos

6. ¿Por qué disfrutan haciendo sufrir a las mujeres?

7. ¿Cómo aprendemos a amar? Diferencias entre mujeres y hombres 

8. Cómo trabajar la dependencia emocional

9. Mujeres que sobreviven a la estafa romántica

10. Herramientas para disfrutar del amor 



El programa está en iVoox y Spotify ❤️










20 de febrero de 2024

Coral Herrera en CDMX: Decididas Summit 2024

 









Estoy muy contenta de anunciaros que voy a México: me han invitado a #DedicidasSummit2024, un evento de mujeres influyentes en el ámbito del activismo, la creatividad y las empresas.


Será el 29 de febrero y el 1 de marzo en Ciudad de México, 

@decididas.summit es una iniciativa que conecta a más de 300 líderesas de más de 30 industrias y 10 países diferentes para contribuir a la equidad de género.


Tenéis toda la información en: 

https://www.decididas .com/summit/

Hombres con miedo a las Mujeres con poder

 




"Yo cuando ligo con hombres siempre digo que trabajo en Iberia. Y entonces ellos sonríen y me ven vestida de azafata sexy. Cuando terminamos de tener relaciones, y le cuento que soy la Comandante García, y que piloto un boing 747, se le pone chiquita, y después de la primera cita, desaparecen. No pueden soportarlo, me imaginan con 400 personas en mis manos aterrizando en el aeropuerto de Nueva York, y empiezan a sentir un complejo de inferioridad, que por mucho que lo intentan, no pueden con él"

Recuerdo que todas nos reímos, estábamos en un taller de mujeres reflexionando sobre por qué cuando nos enamoramos de un hombre, disimulamos para no parecer tan inteligentes, tan trabajadoras, tan luchadoras, y tan poderosas. Nos empequeñecemos para no asustar a los hombres, para parecer buenas mujeres, mujeres en las que se puede confiar. 

Invertimos mucha energía en calmar el miedo de los hombres, y para ello lo más cómodo es elevarle a él al altar, mientras nosotras nos quedamos debajo. Ellos ahi arriba también están más cómodos, porque es el lugar que han ocupado siempre. Les gusta que les admiremos y les idealicemos, porque ellos no están acostumbrados a admirar mujeres. 

Es fácil hacer la prueba: puedes preguntar a los hombres a tu alrededor cuantas mujeres escritoras admiran, cuantas deportistas, cuantas científicas, cuantas políticas, cuántas pintoras, cuántas periodistas, cuántas influencer siguen. Les cuesta mucho porque la mayoría de ellos no leen a las mujeres, no van a verlas jugar a los estadios, no siguen a mujeres importantes en redes sociales. Algunos pueden hablar de personajes históricos como Marie Curie o Isabel la Católica, pero si les pides que cite mujeres importantes que estén vivas en estos momentos, les cuesta todavía más. 

Recuerdo que el día que yo me doctoré, salió en los periódicos la noticia de que las mujeres con titulo de doctora o titulos universitarios, ligaban menos y se emparejaban menos que las mujeres sin estudios. Y me reí, pero es verdad que a lo largo de mi vida, cuando me he enamorado de un hombre, he tratado de parecer menos inteligente y poderosa de lo que soy.

Cuando tomé conciencia del tremendo miedo que tienen los hombres a las mujeres libres y a las mujeres con poder, me di cuenta de que el problema es de ellos, no mío. Yo he tenido parejas mucho más inteligentes y cultas que yo, y otras que no tenían más que los estudios básicos, y nunca me he sentido superior o inferior. Sin embargo, ellos sí se han sentido apabullados por mi nivel, y por mi papel como figura pública a la que reconocen por la calle. 

A lo largo de estos años trabajando con mujeres, he escuchado a muchas hablandome de los problemas que genera el tener un puesto más alto que sus compañeros, o el tener un salario superior al de ellos. ¿Cuáles son esos problemas? Fundamentalmente, luchas de poder. Todas las parejas tienen luchas de poder mientras intentan domesticarse mutuamente, pero cuando el enemigo es superior a ellos, los hombres patriarcales sienten una necesidad imperiosa de ponerse siempre arriba para sentir que tienen el dominio y el control de la relación.

Cuanto más inseguro es un hombre, más depende emocionalmente de su pareja, y más complejo de inferioridad y de superioridad siente con respecto a ella. 

Un hombre acomplejado suele aplicar siempre la misma estrategia de lucha, que consiste en intentar bajar la autoestima de su compañera para hacerla creer que no vale nada, y que ella no es nadie sin él.  

Esta estrategia también consiste en jugar con el ego de las mujeres: cuanto más reconocimiento y afecto necesitamos de los demás, más vulnerables somos, y más inseguras nos volvemos, porque nuestra autoestima cambia según el nivel de atención y amor que recibimos de los demás. Cuanto más alto está el ego, más baja nuestra autoestima. 

Así que muchos hombres lo que hacen es darte y quitarte ese reconocimiento y ese amor, para que te sientas tan insegura como ellos. Lo que hacen es quitarte poder para defenderse de ti: es una forma de asegurarse que no vas a utilizar tu enorme poder para aprovecharte de ellos, o para dañarlos. 

A los hombres más machistas les pasa que viven una batalla muy fuerte en su interior: por un lado odian y temen a las mujeres, por otro lado admiran a sus compañeras, pero también sienten una profunda envidia. Los hombres han sido educados para rivalizar y competir con los demás, así que cuando se emparejan no saben relacionarse de tú a tú. 

Les educan desde muy pequeños para que le tengan miedo al amor y al poder de nuestros encantos, de manera que van al amor como si fueran a la guerra. 

Ellos van armados hasta los dientes, nosotras vamos desnudas, creyendo que la pareja va a ser un paraíso en el que seremos muy felices para siempre. 

¿Qué ocurre cuando nos damos cuenta de que nuestro compañero no lleva bien nuestro poder y nuestra posición? 

Generalmente intentamos empequeñecernos y alabarlos a ellos para que se sientan mejor, pero después llega un punto en que lo que queremos es dejar de batallar, y trabajar en equipo, codo a codo, con nuestro compañero. 

Es una lucha muy larga, pues los hombres están siempre alerta defendiendo su libertad y su poder: no hay nada que les aterre más que ser un calzonazos, un hombre dominado por su mujer. Los hombres patriarcales necesitan sentirse los jefes de su familia, los que mandan y ordenan, y necesitan que los demás (mujer, hijas e hijos) respeten su autoridad y obedezcan. 

Esto ya no es posible hoy en día porque ya no son los únicos proveedores de ingresos de la familia. Ahora se necesitan dos sueldos cada mes, y ya no tienen en sus manos el poder económico. Así que no saben muy bien cómo hacer para seguir justificando su necesidad de dominar.

Esto genera mucha rabia y frustración en los hombres con miedo, y cuanto más rencor se acumula en su interior, más machacan a sus compañeras, y más problemas crean. Los hombres inseguros y machistas no pueden soportar que una mujer tenga demasiado éxito en su profesión, especialmente si tienen millones de seguidores en todo el planeta. 

¿Os imagináis lo que debe de ser vivir con mujeres como Shakira, una mujer con mucho talento y mucho dinero, que viaja durante todo el año y despierta pasiones allá donde va?

Ya lo dijo el maestro Eduardo Galeano: "El machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo”

Son muy pocos los hombres capaces de relacionarse de una forma tierna y amorosa con mujeres poderosas, pero haberlos, haylos. 

En el mundo de las estrellas, conocemos casos de hombres que han acompañado durante años a sus compañeras sin necesidad de dominarlas y sin necesidad de hacerles sufrir. Hombres que se dedican a facilitar, no a poner obstáculos, hombres que cuidan a sus compañeras, que se encargan de la casa y de la crianza, que ponen lo mejor de sí mismos para que sus mujeres brillen y triunfen, y que apoyan en los buenos y los malos momentos, también cuando se apagan los focos y pasan de moda. 

Son minoría. 

También en la vida real existen estos hombres que no necesitan sentirse superiores a sus compañeras, que están seguros de sí mismos, confían en sus parejas, construyen relaciones basadas en el compañerismo y el apoyo mutuo, y se alegran mucho por los éxitos de la mujer con la que comparten la vida. Algunos de ellos han sido educados para relacionarse en igualdad, otros en cambio han tenido que trabajarse mucho por dentro para aprender, pero todos tienen en común que son hombres valientes que se han liberado del miedo al amor y a las mujeres. 

Solo con hombres libres y valientes se puede realmente disfrutar del sexo y del amor. 

Coral Herrera Gómez


Si tú también quieres trabajarte el miedo a las mujeres y al amor, puedes leer mi libro sobre masculinidades: 





Coral Herrera Gómez, editorial Catarata, Madrid, 2019




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